Hotel Rwnda
Los defectos que la ONU sigue cargando y su presencia en los conflictos actuales.
POLÍTICA Y ELECCIONES
Erick José Fuentes Rivera.
2/1/2024
En la plataforma Amazon Prime Video podemos ver la película “Hotel Rwanda”, la cual trata de la fuertísima historia de Paul Rusesabagina y cómo en medio del conflicto entre Hutus y Tutsis logró salvar una increíble cantidad de vidas de ser masacradas durante el genocidio ruandés.
Esta fue una de las primeras películas que me impactaron, pero realmente no fue hasta esta ocasión que la pude ver; ahora, con mayor percepción y raciocinio, pude entender la gravedad del conflicto y el cómo se relaciona con lo que actualmente estamos viviendo en el mundo.
El personaje de Paul Rusesabagina es interpretado brillantemente por el actor Don Cheadle, y uno de los conflictos principales del personaje es el relacionado a que Paul 'se engaña así mismo' al creer que si complace a turistas y altos mandos blancos y occidentales estos podrán ayudarlo con cualquier favor que necesite, ya que él ejercía como asistente de direccióndel Hotel des Mille Collines. Esto se ve reflejado y parece conveniente al principio del conflicto cuando Paul logra evitar que asesinen a su esposa. Sin embargo, Rusesabagina se va dando cuenta poco a poco de la verdadera gravedad de la situación y la cruel realidad detrás del conflicto que vivía su país.
De los primeros y más importantes momentos lo tenemos en una conversación entre Paul y un coronel de la ONU, interpretado por el actor Nick Nolte, en donde éste le dice a Rusesabagina que a Occidente no le importa en lo absoluto ayudar a Ruanda a pesar de lo macabra que resultó la masacre. Por si fuera poco le dice que los africanos no están ni siquiera en el mismo nivel de los afroamericanos, sino, incluso en una escala menor dentro de la “pirámide social” occidental.
Lo más trágico de dicho diálogo fuerte y polémico es que no era mentira. Occidente se ha encargado de denigrar constantemente a todo el continente africano, sin dejar de lado que el conflicto en Ruanda se generó en primer lugar por el resentimiento de los Hutus ante los maltratos Tutsis, provocado por la intervención colonialista de los belgas; lo anterior debido a que fueron los belgas quienes segregaron al pueblo ruandés dividiéndolos en tribus de acuerdo a sus propios y subjetivos estándares sociales, mostrándonos de nuevo el oscuro legado del colonialismo europeo.
Otro elemento importante que la película presenta es el relacionado con la imposibilidad de la ONU de usar la fuerza en este tipo de conflictos, situación que en varios ocasiones, e incluso más recientemente, se le ha criticado a esta organización.
La ONU se ha excusado en que sus fuerzas, al ser agentes de la paz no pueden usar la violencia, sin embargo esto ha probado ser inviable hasta para los propios agentes en la gran mayoría de los casos, ya que quedan a merced de los agentes hostiles dentro del conflicto. En la película esto queda ejemplificado al mostrar lo fácil que los militares Hutus podían emboscar y matar a dichos agentes de la paz. Aunque vale la pena rescatar que dentro del filme se muestra que aún teniendo poquísimo apoyo militar por parte de la ONU, existía una diferencia notable y peligrosa entre contar o no con dichos agentes.
Pero regresando a la problemática, esto representa un problema estructural grave, ya que si bien el no fomentar la violencia es una visión adecuada y atemporal ante un historial de abusos de fuerza por parte de los Estados, esto también ha facilitado la violación de los derechos humanos junto con los crímenes de guerra para diversos agentes y sujetos, otra visión importantísima y fundamental de la ONU que poco a poco empieza a quedar más olvidada.
Finalmente, la que creo es la crítica más directa y fuerte por parte de la película, no es hacía la ONU, los gobiernos africanos, ni siquiera al hombre blanco per sé, sino hacía la población occidental.
En otro momento de la película, cuando recién estalla el genocidio, un reportero, interpretado por el actor Joaquin Phoenix, se disculpa con Paul después de haberle mostrado indirectamente una grabación en donde se revelaba a miembros de la milicia Hutu masacrar a una aldea, presumiblemente Tutsi. Ante esto, Paul le responde diciendo que entiende la imporancia de documentar este tipo de actos, para que al momento en que la gente lo vea, ésta se horrorice a tal nivel que no tengan más remedio que intervenir para ayudarlos, sin embargo, la respuesta del reportero es desalentadora pero más importante, realista; éste le dice a Paul que lo que cree más bien que pasará, es que la gente en efecto se horrorizará, pero después seguirá con sus vidas ignorando lo que acaban de presenciar.
Esta conversación es una clara denuncia a la indiferencia del público y población occidentales, producto de la manipulación de la prensa que nos hacen comportarnos indiferentes y ciegos ante la violencia. Ahora, esta crítica habla de la indiferencia, pero en la actualidad y gracias a las redes sociales, ya no podemos hablar de ella, sin embargo ante este nuevo panorama se presenta un nuevo problema: la polarización.
Esto lo vemos claramente en los conflictos en Ucrania y Palestina, por lo que me gustaría hacer un llamado a la población para no caer en juicios de valor o sesgos personales, para así evitar dejar pasar una injusticia y poder denunciar cualquier tipo de violencia de la que seamos testigos, ya sea a un nivel local, nacional o incluso internacional, pues a pesar de que la masacre en Ruanda fue en los años noventa, su presencia y horrores se encuentran más que nunca vigentes en la actualidad.